Cuando comprendas que la mayoría de las personas son niños emocionalmente heridos en cuerpo de adultos, dejarás de tomarte las cosas de forma personal.
Las críticas, los insultos, los juicios son el reflejo de las heridas que las personas ya no han podido sanar.
Y, cuando entiendes esto, dejas de reaccionar y empiezas a observar.
No todos tienen la misma madurez espiritual. Y no todos enfrentan y sanan sus emociones. No recibas y no cargues con energía que no te pertenece.
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